Mataba el tiempo como nadie,
hacía de todo menos de nada, se tumbaba sentada, resoplaba hasta con los ojos y se enrolaba en camarotes que jamás zarpaban.
La acusaron de genocidio,
su defensa se basaba en tardes de aburrimiento, abandono y descrédito, algo que sin duda no le sirvió para recobrar el juicio.
10 de Noviembre,
0:46
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